miércoles, 28 de diciembre de 2016

EL CASO DE LA DOBLE MORAL

Jaime Andrade Heymann, arq.
CI. 1702521426

Cuatro expresiones publicadas en la edición del 27 de diciembre de 2016 del diario El Comercio, concitan mi atención: el artículo de Antonio Rodríguez Vicéns titulado “Aclarando los hechos…”, la caricatura de ROQUE, ¡Avisan los ‘milagros’ y no los ‘santos’!, el artículo de investigación del diario, ‘ El Gobierno dice que sin pruebas no admitirá versiones de Odebrecht’ y el REMITIDO: Solicitado por Carolina Salome Arias Bravo CI 0201463973 sobre, EL CASO ODEBRECHT que resulta ser un comunicado del Gobierno Nacional a la ciudadanía.

En el primero se hace pública la verdad sobre la demanda al Banco del Pichincha por el Presidente de la República, en la que acudiendo al lector, el autor da una versión de los hechos que es incuestionablemente verdadera, él fue el abogado defensor del Banco del Pichincha en la causa que menciona, y en esa condición no puede mentir. Lo segundo, la caricatura de Roque, pone su infaltable humor sobre una preocupación autentica de la ciudadanía: el caso Odebrecht.

En el tercer caso, se quiere dar la tónica de que si la empresa en cuestión no lo demuestra, entonces no es válida su propia culpa, lo cual es un sofisma, y en el cuarto caso quitando lo de la solicitud que parece un caso de modestia innecesaria, se devela la situación: que no sufren las arcas fiscales, que no se ha hecho un daño al país…!

Que la empresa ahora negocie su situación con el gobierno de los EEUU y se avenga a pagar multas a cambio de un nuevo estatus, es lo mismo que ocurrió aquí, con la aceptación de la compañía de la realización de reparaciones y el pago de una cantidad por lucro cesante; obtuvo a cambio la participación en concursos espurios que le beneficiaron con nuevos contratos millonarios, porqué su record en la Contraloría aparecía impoluto.



Es una paradoja sin nombre, mencionar que los contratos adicionales que tuvo Odebrecht, fueron las dos fases de la Ruta Viva y ahora el contrato para la fase 2 del Metro de Quito, cuando todo el mundo sabe cuáles fueron y de donde vinieron las presiones y las decisiones para tales contratos.  

¡Lo demás es puro cuento!


miércoles, 17 de agosto de 2016

EL ERROR (SOLUCION) VIAL GUAYASAMIN Y LA CONSULTA CIUDADANA

Este proyecto cuya inauguración de las obras sorprendió a casi todos; menos a unos pocos personeros municipales, pues resulta que de forma increíble el consejo inicialmente “solo” conoció el tema para aprobar el incremento de hasta el 475% de las tarifas del peaje que pretenden que paguemos los contribuyentes.

La participación ciudadana ha sido ejemplar, entusiasta, digna de aplauso por donde se mire, mientras las autoridades y especialmente la EPMMOP no han estado a la altura de las circunstancias, acorralados y cogidos en falta, no han podido explicar muchos de los cuestionamientos ciudadanos.

La Vicealcaldesa Doctora Daniela Chacón en actitud tan valiente como independiente se ha presentado de forma diáfana unida a las voces que nos manifestamos claramente en contra de este improvisado proyecto, que lo llamamos así con más razón después de revisar los documentos que en 10 cajas se presentaron en una de las reuniones y que constan también en la web de la EPMMOP, de todos los cuales solo tres son actualizados y pertinentes para el proyecto, los demás son puro relleno que desautoriza a quienes los presentaron.

Como lo señalaba un editorial del Diario El Comercio[i], se ha demostrado, una vez más diría yo, que los proyectos públicos, municipales en este caso, no son propiedad de los gobernantes de turno, ni siquiera del municipio como institución, sino de la ciudadanía, de los contribuyentes que pagarán de una u otra forma tanto las contribuciones económicas como la pérdida de la calidad de vida de la ciudad y que son a quienes previamente y con una aprobación inicial del consejo debe consultárseles.

El modelo de ciudad y su estructura general y orgánica, en nuestro medio casi inexistente, es más bien producto de la enorme fuerza e imposición de las leyes del mercado ante la laxitud de los organismos llamados a controlar la urbanización desmesurada. Este modelo y su estructura nunca han sido discutidos de forma democrática, abierta y consultada.

En estas semanas hemos podido ver una gran cantidad de publicaciones en los medios; impresos, digitales y en correos electrónicos, opinando sobre el modelo de ciudad, la calidad de vida, unas supuestas disyuntivas entre ciudad concentrada y dispersa o entre auto y peatones y otras.

Algunas contradicciones son muy visibles, un articulista del mismo diario publicó que el 68% de los encuestados están a favor de la solución vial, sin tener para nada en cuenta que el 70% de la población se moviliza en transporte público no considerado inicialmente en la “solución”. Otros mencionan que el interés colectivo debe estar sobre el interés particular, para nosotros está claro que el interés colectivo es el transporte público y no el privado.

Paralelamente asistimos al salto desde un núcleo urbano casi lineal de más de 40 kilómetros de largo a otra ciudad que podría ser la semiconcéntrica, cuya propuesta fue publicada en  junio del 2008[ii]. Este salto casi como de contrabando sin una planificación que haya previsto este fenómeno con anticipación, como deben ser las propuestas urbanísticas de una ciudad pensada a largo plazo y dando soluciones o dirigiendo en la medida de lo posible esos desarrollos. En este proceso uno de los mayores problemas son precisamente las conexiones entre el núcleo urbano y las urbanizaciones dispersas en los valles.

El resultado es una ciudad desbordada o desparramada a unos hermosos valles depredados por urbanizaciones inconexas, sin estructura urbana, lo cual hace imprescindible pensar en otros caminos, otras soluciones para no tener nuevamente en los valles lo que tenemos en el núcleo urbano de Quito. La interesante propuesta del Quito Paralelo en los valles; con el crecimiento económico y la nueva tecnología, lamentablemente quedó atrás.

Esta serie de opiniones de técnicos, periodistas o ciudadanos es una gran prueba de que a muchos empieza a preocuparles la ciudad, la calidad de vida que tenemos y la que vendrá, en un concierto de voces que definitivamente hay que aplaudir.

De estas voces han surgido algunas ideas, por nuestra parte hemos intentado aportar otras desde hace algunos años; aspectos como un plan de reducción de viajes[iii], o que el crecimiento del número de automóviles exige revisar la medida del pico y placa ampliándola al día sin auto, o subir el costo de la zona azul[iv], o una más ambiciosa y a más largo plazo como el tren de cercanías al sur, a los valles y al aeropuerto, en conexión con el metro y utilizando la red ferroviaria existente, patrimonio muy importante subutilizado[v].

Es hora ya de exigir que los proyectos urbanísticos sean elevados a consulta pública, que los técnicos que los realizan presenten una propuesta preliminar que se aprueba en primera instancia por el consejo y se eleva a la consulta ciudadana, abriendo el espacio para que los documentos puedan ser física y virtualmente consultados por cualquier ciudadano y que cualquiera presente sus observaciones, sugerencias o alternativas por escrito y quienes redactan los proyectos respondan a todos y cada uno de los interesados por escrito, sobre las razones por las cuales sus propuestas se aceptan o no total o parcialmente.

Que se elimine definitivamente el divorcio promovido entre el Plan de Ordenamiento Territorial y el Plan de Uso y Ocupación del Suelo que causa problemas graves a la ciudad, destacando que el único sentido que tiene el definir los objetivos y los lineamientos y dejar para después de años la propuesta de uso y ocupación que es la concreción misma del plan, es el de poder articular los intereses particulares pequeños, muchos de los cuales van en dirección contraria al concepto de ciudad y a su estructura general y orgánica que queda prácticamente olvidada.

Este urbanismo democrático que debería ya instaurarse en Quito y que hemos venido promocionando desde hace más de 23 años[vi], tiene que ser aplicado pues de otra manera las preocupaciones ciudadanas desbordarán a la maquinaria política y tendremos unos procesos de ingobernabilidad a muy corto plazo[vii].



[i] http://www.elcomercio.com/opinion/editorial/obra-redisena-editorial-opinion-quito.html
[ii] http://lareddeespaciospublicos.blogspot.com/2015/09/la-ruta-viva.html
[iii] http://lareddeespaciospublicos.blogspot.com/2015/11/lo-previo-al-dia-sin-auto.html
[iv] http://4pelagatos.com/2016/08/14/errores-viales-y-economias-urbanas/
[v] http://lareddeespaciospublicos.blogspot.com/2014/07/tren-de-cercanias-y-al-aeropuerto-de.html
[vi] https://books.google.es/books?printsec=frontcover&id=dO1O1j-KYYEC&hl=es#v=onepage&q&f=false
[vii] HARVEY, David. Ciudades Rebeldes. Akal. 2013.

domingo, 10 de julio de 2016

OBRA MURAL Y ESCULTURA PUBLICA DE JAIME ANDRADE MOSCOSO

PRESENTACION DEL LIBRO
Alianza Francesa
16 de junio del 2016. Quito

Referirnos a Jaime Andrade Moscoso, Don Jaime como cariñosa y respetuosamente lo llamábamos cuando fue nuestro profesor y maestro y cuando fue nuestro decano en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central, y como en la actualidad seguimos llamándole, es para mi un gran honor y una tarea que sobrepasa largamente mis conocimientos sobre el arte y la escultura, que es lo que destaca el libro que hoy se presenta.

La amistad con su hijo Jaime Andrade Heymann y el compañerismo que como estudiantes y luego en muchos años de ejercicio profesional y docente hemos mantenido, además de mi admiración profunda a la monumental obra de Don Jaime, de la cual su hijo Jaime ha sido coautor, colaborador y compañero en muchas de ellas, me han hecho aceptar este difícil compromiso.

Para analizar una obra de arte me parece necesario mencionar y siguiendo a Hildebrand,[1] la definición de la escultura como arte. Se refiere a aquello que se rige por leyes eternas e invariables. Leyes independientes por tanto, de la personalidad del escultor tanto como de las academias y de las modas; son las leyes de la Forma.

La forma real es la propia del objeto escultórico, indiferente al sujeto, aunque no claramente aprehensible para este, la escultura crea una forma necesaria y conscientemente aparente y activa. Activa porque provoca en nosotros sensaciones de espacios, movimiento y sentimiento. Aparente porque su efecto es psicológico; no virtual porque siguen existiendo explicaciones fisiológicas, pero si claramente mental e imaginario.

La escultura es la fijación de una forma visual a la naturaleza, a su entorno. En la actividad de esa forma y en el efecto sobre el espectador, reside la validez artística de la obra escultórica.

MURAL PARA EL HOTEL HUMBOLDT
1967. Chapa de hierro batida, soldada y pavonada
2,20 x 5,00 mts.
Museo Nacional. Quito, Ecuador
Fotografía: Daniel Andrade Brauer
Así pues, la forma activa sustituye en importancia a la real en las representaciones escultóricas; ella es la que induce la mirada en perspectiva o la percepción del movimiento, la que exige una determinada actitud en el espectador y, sobre todo la que provoca en él, la “forma aparente” cerrada en sí misma y creadora de un espacio virtual, en una relación visual, tranquilizadora y placentera para el hombre.

La autonomía de las obras de escultura se basa en la creación de una unidad cerrada y un espacio virtual, y no se han de confundir espacio ideal y espacio real. En la escultura como arte, se crea un espacio para el ojo, esto es, un espacio unitario a través de una forma; se crea una unidad que no es casual, como en la naturaleza, sino conferida por la forma. Esa unidad es el verdadero problema de la forma en escultura, pero, al mismo tiempo, esa forma unitaria es la que imponemos a la naturaleza, al entorno, en una relación desarrollada y ya no ingenua con ese entorno.

El placer estético consiste justamente en la impresión sensible de una forma organizada. La obra escultórica debe impresionarnos como la naturaleza, aunque la percibamos desde un grado mayor de conciencia, el que nos permite nuestra capacidad representativa.

El Arq. Lenin Oña[2] ha escrito que Don Jaime es el escultor ecuatoriano por excelencia, no nos cabe la menor duda. A este respecto Mario Vargas Llosa[3] dice que tres ingredientes son imprescindibles para que aparezca un gran creador, ya sea este pintor, escultor o arquitecto y estos son: oficio, ideas y cultura. Estos tres ingredientes no tienen necesariamente que tener las mismas proporciones. Pero si uno de ellos falla ese creador, lo es solo a medias o no llega a serlo, no se acerca a la excelencia.

El oficio se aprende, consiste en ese aspecto técnico artesanal, del que también esta hecha toda buena obra de arte, pero que por si solo no basta para elevar una obra a la condición de arte.

Como sabemos Don Jaime ingresó a la Escuela de Bellas Artes en Quito en 1928, en donde fue alumno de Luigi Casadio,[4] posteriormente en 1941, después de haber ganado el Premio Mariano Aguilera estudió en la New School for Social Research de Nueva York,[5] en donde fue alumno de Camilo Egas en un curso de composición mural, siguió aprendiendo el oficio cuando organizó y participó en un curso con la escultora israelita Naomi Henrick. Escuelas y cursos en donde sin duda aprendió muy bien el oficio.

El segundo ingrediente, las ideas, son una forma más realista de llamar a la “inspiración” –palabra que tiene resonancias místicas y oscurantistas-, y son el factor decisivo para hacer del oficio el vehículo de expresión de algo personal, una invención que el artista añade con su obra a lo ya existente. En las ideas que aporta consiste la originalidad del autor.

A lo largo de su carrera Don Jaime aportó siempre una búsqueda incesante de nuevas ideas y recursos, experimentó con muchos materiales, desde el adobe y el barro en su trabajo final de la Escuela de Bellas Artes, hasta la piedra, la madera, los metales, mezclándolos en algunas de sus esculturas, buscando en la forma del cuerpo humano varias expresiones con figuras humanas en hasta cuatro planos en profundidad e incorporando figuras geométricas para otras representaciones.

El tercer ingrediente, es el que da espesor, consistencia, durabilidad, a la invención, son los aportes de un creador a la cultura artística. Es decir la manera como su obra se define respecto a la tradición; la renueva, la enriquece, la critica y la modifica.

Don Jaime en una entrevista se quejaba que los cánones clásicos, el yeso griego estudiado desde todos los ángulos le resultó un peso del cual le fue difícil librarse, confesando que las huellas todavía aparecen en su obra, sin darse cuenta.[6] Con esta declaración al mismo tiempo estaba denotando su enorme esfuerzo para liberarse de esos cánones, para renovar, para enriquecer, criticando y modificando la tradición.

Y que renovó la tradición escultórica ecuatoriana es indudable, solo hay que ver sus obras para identificar; varios elementos de renovación formal, el uso de nuevos materiales, la incorporación del mosaico en relieve[7], desarrollado conjuntamente con su hijo Jaime[8], en la expresión, y especialmente en la relación que sus obras tienen con la arquitectura, con el espacio urbano o arquitectónico.

Como lo reconoció el pintor lojano Eduardo Kingman Riofrio[9] en 1972, la obra de Don Jaime constituye un todo orgánico, en cualquiera de sus etapas escultóricas, y el pintor -encuentra en la evolución de la obra de Don Jaime- un estudio serio, equilibrado y profundo del crecimiento de su espíritu, lo que le ha permitido no dejar nada al azar, ya sea la pequeña obra escultórica, como los grandes murales realizados en armonioso juego de metal, piedra y mosaico, -para terminar exclamando-. ¡Hermosa obstinación de quien demuestra que en el Ecuador existe madurez escultórica!

Enseñando como maestro que fue, como, es fundamental en la obra de arte; guardar las proporciones y la unidad de la composición, elementos conseguidos con rigor, tenacidad y trabajo tesonero renovando sus propuestas como la que hizo en bocetos para el mural del palacio legislativo, que lamentablemente no fueron seleccionados, en donde incorpora elementos geométricos a la figura humana creando una composición general que tiene mucho que ver con la expresión de arquitectura moderna que tiene ese edificio.

De forma muy breve y para corroborar lo aquí señalado me referiré al primer y al último mural que constan en el libro que hoy se presenta, entre los cuales hay 38 años de diferencia.

El  mural en la Universidad Central iniciado en 1948 y a pesar de la magnífica descripción e interpretación de María Helena Barrera-Agarwall[10], señalaré que tiene 18 metros de largo en una superficie curva, por 9 metros de alto y es un auténtico edificio mural, que le significaron 6 años de trabajos muy duros, en donde el despiece geométrico es notable e indispensable por las enormes dimensiones. Su magnífico juego entre alto y bajo relieve en una cruz invertida[11] con una serie de alegorías a la educación, a la religión, a la conquista, a la ciencia y la máquina, al trabajo y al sol, con una parte baja derecha en donde las figuras humanas expresan recelo, miedo, y protección maternal de los niños, mientras en el lado izquierdo la marcha constante y altiva hacia adelante de las figuras,  comandadas por los sabios, alentadas por los adultos conducen a los niños y jóvenes hacia adelante, en magnifica conjunción entre las partes y el todo.

MURAL EN LA UNIVERSIDAD CENTRAL
1948-1954. Piedra azul, canteras del Pichincha
18,00 x 9,00 mts.
Fotografía: Enrique Vivanco Riofrio
Detalle
Fotografia: Enrique Vivanco Riofrio
Detalle
Fotografia: Enrique Vivanco Riofrio
Para el mural del Banco de la Vivienda de 1986, utiliza tol esmaltado con color, y piedras naturales seleccionadas, en una especie de colgante móvil de colores luminosos y formas vibrantes, que demuestran que para ese año esta y otras esculturas suyas habían dado uno más de sus saltos cualitativos, alejándose de la tradición, renovando su propio lenguaje, enriqueciendo la expresión formal y de color en un excelente giro a nuevas visiones de la escultura.

MURAL EN EL BANCO DE LA VIVIENDA
1986. Hierro tol esmaltado con color, piedras naturales
3,50 x 11,00 mts. Edificio del Ex-Bnco de la Vivienda. Quito, Ecuador
Fotografía: Daniel Andrade Brauer
Detalle
Fotografía: Daniel Andrade Brauer

Estos dos extremos de su primera y su última obra murales, marcan sus diferencias y son testigos recios de la búsqueda artística de Don Jaime, el despiece que con la gama de grises propios de la piedra, en la universidad, cuidadosamente seleccionada para el mosaico ortogonal, produce destellos de movimiento con la luz, sin perder su solidez y su gravidez sustancial, en el mural del Banco, donde su forma activa nos comunica que se despega del muro y adquiere un volumen virtual que llena proporcionadamente el espacio de varios pisos de altura que tiene el edificio, la ligereza y transparencia, características del arte y la arquitectura contemporáneas, donde la geometría tiene formas más libres, perforadas, están muy presentes.

Utilizó los materiales de la tierra, se revistió de la sencillez y la modestia muy propia de la gente ecuatoriana y trabajó con los pies atados al suelo, interpretando los conocimientos y la tradición de los hombres que mejor conocen su tierra, claro que sin olvidar ni por un momento la técnica, la composición, la búsqueda artística[12].

El libro que hoy se presenta es un esfuerzo notable, que honra a sus familiares, Elsa y Jaime sus hijos y Daniel su nieto, autor de todas las fotografías que aparecen en el libro, no solamente por dar a conocer mejor y de forma orgánica la escultura y la obra mural de Don Jaime a las generaciones actuales y futuras, sino por plantear las relaciones entre el arte y la ciudad, tan difíciles y tan escasas en esta ciudad, que sometida a fuertes procesos constructivos y a la invasión de automóviles, contaminación y ruido no tiene casi espacios para el arte.

Creemos que este esfuerzo debe ser correspondido por las personas sensibles y por las autoridades locales y nacionales, declarando la obra de Jaime Andrade Moscoso como Patrimonio Artístico Nacional. Para lo cual el libro que comentamos, puede ser un muy buen inicio para el análisis, fichas y documentación que seguramente requerirá esta declaratoria, que además de alertar a los propietarios de estas obras sobre su mantenimiento y valor, permitiría preservarlas como corresponde.

Estas breves notas, no alcanzan a abarcar ni tan siquiera un poco de la enormidad cualitativa y de la monumentalidad de la obra de Don Jaime, obra que sobrepasa largamente los límites de la nación ecuatoriana, traspasa también y con holgura los límites de Latinoamérica, para llegar con derecho propio a dimensiones universales.





NOTAS:

[1] VON HILDEBRAND, A. El problema de la forma en la obra de arte. Ediciones Visor. Colección La Balsa de la Medusa. Nº 10. Madrid. 1988. 109 P p.
[2] PÉREZ PIMENTEL, R. Diccionario Biográfico Ecuador. Guayaquil: Litografía e Imp. de la Universidad de Guayaquil. 1987.
[3] VARGAS LLOSA, Mario. La batalla perdida de “Monsieur” Monet. El Comercio. Quito. 1999. pp. A5.
[4] ANDRADE HEYMANN, Jaime. Obra mural y escultura pública de Jaime Andrade Moscoso. Hominem. Quito. 2015. Pp. 9
[5] AGUINAGA YÉPEZ, Verónica Marcela. Influencia del Simbolismo en el Arte Ecuatoriano. Tesis de Licenciatura en Artes Plásticas. Universidad Central del Ecuador. Pdf. 2013. 131 pp.
[6] PEREZ PIMENTEL, R. Op. Cit. Pp. 45
[7] PAZMIÑO BETANCOURT, Juan Carlos. Metodología de intervención del mural mosaico de piedra del Salón de la Ciudad de Quito. Tesis de Restauración y Museología. Universidad Tecnológica Equinoccial. Pdf. Quito. 2008. 116 Pp.
[8] BARRERA-AGARWALL, María Helena. El arte sacro de Jaime Andrade Moscoso, en Revista Nacional de Cultura. Nº. 23. Mayo – agosto 2013. Quito. pp. 68
[9] KINGMAN RIOFRIO, Eduardo. “Arte de una generación” en Mediodía. Nº 61, Revista de Literatura y Arte de la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión, Núcleo de Loja. Noviembre 2013. Pp. 42-62.
[10] BARRERA-AGARWALL, María Helena. Op. Cit. pp. 59-64
[11] JUNTA DE ANDALUCIA. Quito. Guía de Arquitectura. Tomo II.  Pp. 351.
[12] VIVANCO RIOFRIO, Enrique. Aproximaciones. Quito. 2006. Pp. 195.