Este
proyecto cuya inauguración de las obras sorprendió a casi todos; menos a unos pocos
personeros municipales, pues resulta que de forma increíble el consejo inicialmente
“solo” conoció el tema para aprobar el incremento de hasta el 475% de las
tarifas del peaje que pretenden que paguemos los contribuyentes.
La
participación ciudadana ha sido ejemplar, entusiasta, digna de aplauso por
donde se mire, mientras las autoridades y especialmente la EPMMOP no han estado
a la altura de las circunstancias, acorralados y cogidos en falta, no han
podido explicar muchos de los cuestionamientos ciudadanos.
La Vicealcaldesa
Doctora Daniela Chacón en actitud tan valiente como independiente se ha
presentado de forma diáfana unida a las voces que nos manifestamos claramente
en contra de este improvisado proyecto, que lo llamamos así con más razón después
de revisar los documentos que en 10 cajas se presentaron en una de las
reuniones y que constan también en la web de la EPMMOP, de todos los cuales solo
tres son actualizados y pertinentes para el proyecto, los demás son puro
relleno que desautoriza a quienes los presentaron.
Como
lo señalaba un editorial del Diario El Comercio[i], se
ha demostrado, una vez más diría yo, que los proyectos públicos, municipales en
este caso, no son propiedad de los gobernantes de turno, ni siquiera del
municipio como institución, sino de la ciudadanía, de los contribuyentes que
pagarán de una u otra forma tanto las contribuciones económicas como la pérdida
de la calidad de vida de la ciudad y que son a quienes previamente y con una
aprobación inicial del consejo debe consultárseles.
El
modelo de ciudad y su estructura general y orgánica, en nuestro medio casi
inexistente, es más bien producto de la enorme fuerza e imposición de las leyes
del mercado ante la laxitud de los organismos llamados a controlar la urbanización
desmesurada. Este modelo y su estructura nunca han sido discutidos de forma
democrática, abierta y consultada.
En
estas semanas hemos podido ver una gran cantidad de publicaciones en los
medios; impresos, digitales y en correos electrónicos, opinando sobre el modelo
de ciudad, la calidad de vida, unas supuestas disyuntivas entre ciudad
concentrada y dispersa o entre auto y peatones y otras.
Algunas
contradicciones son muy visibles, un articulista del mismo diario publicó que
el 68% de los encuestados están a favor de la solución vial, sin tener para
nada en cuenta que el 70% de la población se moviliza en transporte público no
considerado inicialmente en la “solución”. Otros mencionan que el interés
colectivo debe estar sobre el interés particular, para nosotros está claro que
el interés colectivo es el transporte público y no el privado.
Paralelamente
asistimos al salto desde un núcleo urbano casi lineal de más de 40 kilómetros
de largo a otra ciudad que podría ser la semiconcéntrica, cuya propuesta fue publicada
en junio del 2008[ii].
Este salto casi como de contrabando sin una planificación que haya previsto
este fenómeno con anticipación, como deben ser las propuestas urbanísticas de
una ciudad pensada a largo plazo y dando soluciones o dirigiendo en la medida
de lo posible esos desarrollos. En este proceso uno de los mayores problemas son
precisamente las conexiones entre el núcleo urbano y las urbanizaciones
dispersas en los valles.
El
resultado es una ciudad desbordada o desparramada a unos hermosos valles depredados
por urbanizaciones inconexas, sin estructura urbana, lo cual hace
imprescindible pensar en otros caminos, otras soluciones para no tener nuevamente
en los valles lo que tenemos en el núcleo urbano de Quito. La interesante propuesta
del Quito Paralelo en los valles; con el crecimiento económico y la nueva
tecnología, lamentablemente quedó atrás.
Esta
serie de opiniones de técnicos, periodistas o ciudadanos es una gran prueba de
que a muchos empieza a preocuparles la ciudad, la calidad de vida que tenemos y
la que vendrá, en un concierto de voces que definitivamente hay que aplaudir.
De estas
voces han surgido algunas ideas, por nuestra parte hemos intentado aportar otras
desde hace algunos años; aspectos como un plan de reducción de viajes[iii], o
que el crecimiento del número de automóviles exige revisar la medida del pico y
placa ampliándola al día sin auto, o subir el costo de la zona azul[iv], o una
más ambiciosa y a más largo plazo como el tren de cercanías al sur, a los
valles y al aeropuerto, en conexión con el metro y utilizando la red
ferroviaria existente, patrimonio muy importante subutilizado[v].
Es
hora ya de exigir que los proyectos urbanísticos sean elevados a consulta
pública, que los técnicos que los realizan presenten una propuesta preliminar
que se aprueba en primera instancia por el consejo y se eleva a la consulta
ciudadana, abriendo el espacio para que los documentos puedan ser física y
virtualmente consultados por cualquier ciudadano y que cualquiera presente sus
observaciones, sugerencias o alternativas por escrito y quienes redactan los proyectos
respondan a todos y cada uno de los interesados por escrito, sobre las razones
por las cuales sus propuestas se aceptan o no total o parcialmente.
Que
se elimine definitivamente el divorcio promovido entre el Plan de Ordenamiento
Territorial y el Plan de Uso y Ocupación del Suelo que causa problemas graves a
la ciudad, destacando que el único sentido que tiene el definir los objetivos y
los lineamientos y dejar para después de años la propuesta de uso y ocupación que
es la concreción misma del plan, es el de poder articular los intereses
particulares pequeños, muchos de los cuales van en dirección contraria al
concepto de ciudad y a su estructura general y orgánica que queda prácticamente
olvidada.
Este
urbanismo democrático que debería ya instaurarse en Quito y que hemos venido
promocionando desde hace más de 23 años[vi], tiene
que ser aplicado pues de otra manera las preocupaciones ciudadanas desbordarán
a la maquinaria política y tendremos unos procesos de ingobernabilidad a muy
corto plazo[vii].
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